Este podcast fue grabado en portugués. A continuación se muestra la traducción al español del podcast.
EPISODIO 7: ‘Relaciones multiespecies y racismo, plantación de caña de azúcar, participación social y salud’
00:00:01 Ivana Teixeira: Desigualdades Corporeizadas del Antropoceno, formando capacidades en Antropología Médica. Una serie que analiza los impactos en la salud humana y no humana en esta época geológica de profundas transformaciones.
00:00:23 Jean Segata: Bienvenidos y bienvenidas a otro episodio del pódcast. Desigualdades Corporizadas del Antropoceno, un espacio colaborativo entre universidades del Reino Unido, México y Brasil, donde exploramos la salud en este nuevo periodo geológico-político a partir de áreas como: la experiencia indígena y la colonialidad en el Antropoceno; género, reproducción y justicia social; etnografías multiespecies, salud humano-animal; COVID-19; y la comprensión pública del Antropoceno. Además, la toxicidad y la exposición química.
Soy Jean Segata, profesor del Departamento de Antropología en la Universidad Federal de Río Grande del Sur, en Brasil, donde enseño e investigo sobre salud multiespecies, tecnologías y alimentación. Nuestra invitada de hoy es Cristiana Bastos, profesora e investigadora en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, donde nació. Es antropóloga, con un doctorado de la City University of New York con un trabajo que intersecta la antropología, la historia y los estudios sociales de la ciencia y la tecnología. Cristiana aborda temas como la medicina y el imperio, las epidemias y los procesos de racialización en las sociedades de plantación. Con una basta investigación de campo en Portugal, Brasil, Estados Unidos, India y Mozambique, entre otros países. Recientemente, Cristiana coordinó el proyecto ‘El color del trabajo: las vidas racializadas de los migrantes’ que fue financiado por el Consejo Europeo de Investigación, y más recientemente ella ha recibido el Premio Científico de la Universidad de Lisboa. ¡Bienvenida, Cristiana! Gracias por tomarte el tiempo de hablar con nosotros y con los oyentes de nuestro pódcast.
00:02:29 Cristiana Bastos: Gracias por recibirme aquí, Jean, Ivana, Juan. Es un placer estar aquí, en este momento simultáneo, y grabar un pódcast, que, por cierto, es el primero que hago. Escucho muchos pódcast por aquí y por allá, pero nunca había hecho uno, así que disculpen si algo sale mal. He hecho programas de radio antes, pero en ese entonces se llamaban programas de radio, ahora es algo diferente. Muchas gracias por la generosa introducción.
Estoy muy interesada en dialogar con este proyecto Desigualdades Corporizadas del Antropoceno. De hecho, ya tuvimos un evento en Lisboa que fue muy bien por ser un evento de lanzamiento para nosotros, pero también un momento de consolidación de las líneas que ya eran tema de diálogo. Es un momento muy importante para que partamos de lo que tenemos en antropología, y estudios de la ciencia, estudios de salud y estudios globales del Antropoceno, para pensar juntos y relativizar la posición un tanto antropocéntrica en la que ha estado la antropología, y mirar las variables que son, más que variables, intervinientes en esta complejidad. Así que, muchas gracias, es un placer estar aquí.
00:03:48 Ivana: Muchas gracias, profesora Cristiana por aceptar nuestra invitación. Es realmente un placer y un honor para todos nosotros contar con su colaboración y comenzar con su participación. Para empezar con algunos puntos ¿podría contarnos un poco más sobre usted? ¿Dónde nació? ¿Dónde estudiaron sus mentores? ¿Cómo se interesó en la antropología en general, y también en el estudio de estas relaciones entre la historiografía, la antropología, la salud y la migración?
00:04:24 Cristiana Bastos: Claro, con mucho gusto, pero no dejen que me extienda demasiado, porque mi vida ya es un poco larga. Me involucré en la antropología desde el principio, pero examiné otras ciencias sociales porque la materia no estaba disponible cuando empecé la universidad en Portugal. Me fijé en otras áreas de las ciencias sociales, y tan pronto como se abrió la licenciatura en Antropología, me adentré en ella y nunca la he dejado. Siempre ha sido mi tema guía. Dicho esto, también tuve una supervisión y mentores en el área de la historia que me enseñaron a mirar las cosas de manera global. La historia social, sin duda. El más destacado es Vitorino Magalhães Godinho, que es un gran historiador, bueno, era un gran historiador portugués quien supervisó mi maestría y siempre me ayudó a abrirme a perspectivas, a no cerrarme, sino a abrirme, a pensar en más variables, a pensar con mayor complejidad y a no tener miedo de involucrar largas distancias y, a largo plazo, a mucha más complejidad. No tener miedo, en cierta manera de lo que fue un movimiento en la antropología, en la etnografía. Y centrarme en un micro-universo con detalle, para convivir siempre con un impulso por buscar variables más allá. Por lo tanto, desde mi primer gran trabajo, que fue en las sierras del noreste del Algarve, estaba, al mismo tiempo que hacía trabajo de campo, viviendo en un pequeño lugar del municipio de Alcoutim, que está en el sur de Portugal, también investigaba todo lo que podía encontrar de fuentes parroquiales, libros de registros, datos demográficos, etc., para tener una perspectiva a largo plazo y de mayor alcance. Por lo tanto, la historia como método y como forma de pensar, y como dimensión, digamos, siempre ha estado presente en mi trabajo de antropología. No concibo pensar de otra manera.
El siguiente trabajo fue en Estados Unidos. Me fui a Estados Unidos a hacer mis estudios de doctorado, porque también quería encontrarme con diferentes formas de pensar que no encontraba cerca, ni en Portugal ni en Europa continental. Fui aceptada por algunos, pero lo que más me interesaba era lo que unificaba la City University of New York, que tenía un ambiente vibrante, intelectual y político muy interesante. Así que teníamos profesores como Eric Wolf, June Nash, Shirley Lindemann, Vincent Crapanzano, etc. Y colegas muy destacados, de gran calidad. Tengo recuerdos muy, muy gratos de esa época, haciendo mi doctorado, que fue a finales de los 80 y principios de los 90, y en ese tiempo la epidemia del SIDA arrasaba en la ciudad de Nueva York de una forma que era imposible que no afectara la vida de todos. Tuvieran o no la enfermedad, era una cosa fuertísima. Y yo ya estaba interesada en los temas de la antropología de la salud, y eso fue por lo que terminé estudiando la epidemia también. Pero digamos que mi enfoque en la epidemia se centraba menos en los recuentos epidemiológicos o análisis del comportamiento de un grupo específico, etc. Que era lo que muchos hacían. Y así, intenté pensar de una forma global. ¿Cómo pensamos en las enfermedades infecciosas? ¿Por qué pensamos de esta manera? ¿Por qué hay tanto énfasis en el armamentario y el combate? ¿Por qué pensamos en el sistema inmunológico como un ejército de defensa? Que tiene pequeños soldados, etc. Hoy en día ya no lo pensamos así, pero en los 80 y 90, ese era todo el vocabulario. Y por otras varias razones que puedo explicar más adelante con más calma, si no, nunca llegaremos a donde queremos ir.
Fui a hacer un trabajo de investigación empírica a Brasil, en Río de Janeiro. Hice un poco de lo que en ese momento aún no se llamaba trabajo multisituado, porque también hice trabajo de campo en Nueva York. Y también trabajé en organizaciones internacionales que hoy en día se llaman salud global, en la OMS, la Organización Mundial de la Salud, en el Programa Global de VIH que formaba parte de la OMS. Asistí a conferencias internacionales. Para financiarme, incluso me convertí temporalmente en periodista científica para una revista semanal portuguesa, y así tener acceso a las conferencias, que eran muy caras. Yo era solo una estudiante y, además de obtener el acceso, tenía acceso a la sala de prensa, que es un sueño para quienes estamos acostumbrados a buscar fuentes y esperar semanas para que alguien nos entreviste allí. Todos quieren ser entrevistados, todos dan comunicados de prensa. La información fluye mejor, mucho más fácilmente. Así que hice este trabajo con un ancla importante en Río de Janeiro, también mirando a São Paulo, Brasil, etc. Nuevamente, con un ancla en Nueva York y con una perspectiva de las sociedades internacionales para combatir el SIDA – aquí en Portugal lo llamamos SIDA [síndrome de inmunodeficiencia adquirida] – pero en ese momento todo era SIDA para mí, eso era todo, era el tema del SIDA.
Así que, ese fue mi asunto, ya tenía cierto interés en los sistemas de curación, sistemas médicos, formas de pensamiento médico, quizá una perspectiva; ni siquiera podría afirmar que estaba cerca de la historia de la ciencia, sino más bien, más cercana a los estudios sociales de la ciencia que se estaban configurando mientras tanto. Terminé materializando esto, por así decirlo, en el estudio de una epidemia, que no era solo una epidemia, era más bien una pandemia, y esto era altamente visible, sigamos adelante. Así que no fue fácil terminar mi tesis doctoral, porque todo siempre estaba cambiando y el tema siempre volvía a entrar en mi vida. Aunque todavía no había mucha internet, ni siquiera había internet, pero había medios de comunicación, etc. Aún no era como despedirse de las personas que nos acogieron en una aldea durante uno o dos años y luego pasar a otro entorno.
El tema continuó, bueno, ¿qué pasa durante mi trabajo de campo y conmigo, con mi interacción con “el campo”, es decir, que era todo el grupo de actores sociales que trabajaban en el tema del SIDA? Así que no solo eran los pacientes, también eran pacientes y grupos de acción, pero también eran los clínicos, los médicos, los científicos, los políticos, los políticos involucrados en la elaboración de políticas públicas, los científicos sociales que también eran activistas, etc., etc. Y seguí con permiso, casos clínicos y también todo el drama que estas implicaban. Estamos hablando de una época en la que aún no había antirretrovirales efectivos como los que hoy en día tenemos. Y estas siempre fueron situaciones muy, muy emotivas, difíciles para todos los involucrados. Una parte de mí estaba interesada en dos cosas que tenían una dinámica muy especial en Brasil, muy diferente a la de Estados Unidos y diferente a otros lugares que conocía.
Una era, por tanto, el cuidado de enfermedades infecciosas, que tenía una tradición que venía de la medicina tropical, una medicina que brindaba atención a grupos menos privilegiados, a grupos afectados por enfermedades endémicas o epidémicas que no eran visibles en Europa. Raramente, a menos que estuviéramos hablando de la asistencia de la medicina colonial, esta parte también se articulaba con otro componente que es un pensamiento social sobre Brasil que implicaba al menos a los colegas con quienes interactuábamos para tener conocimiento o desarrollar investigaciones sobre el papel de la medicina tropical en la historia de la nación, y sigamos adelante. Y estoy hablando más específicamente de los colegas de FIOCRUZ.
[1]
Hice, digamos, trabajo de campo en varios lugares, en Fundão en la UFRJ,
[2] en Antônio Pedro
[3] en Niterói, en la ABIA,
[4] en el GAPA,
[5] etc. Pero fue en la FIOCRUZ donde tuve, digamos un click, para continuar con más investigaciones, no solo acompañando a los jóvenes de aquel entonces – yo también era joven – que estaban haciendo un curso de especialización en enfermedades tropicales y que me tuvieron mucha piedad porque no podía ver nada bajo el microscopio. Ese ojo entrenado para ver parásitos y seres pequeños, yo no podía hacer nada y era parte de mi investigación verlos o poder realizar eso y tratar de aprender. Interactuaba mucho con ellos, fue muy interesante. Y también con los colegas que estaban haciendo, desde un inicio, la Casa de Oswaldo Cruz, es decir, un grupo de investigadores dedicados únicamente a la historia de la medicina. Aprendí mucho de ellos y eso se quedó conmigo, me transformó para el siguiente paso, para mi siguiente ciclo de investigación. Así que, digamos, cerré el ciclo del SIDA, elegí no continuar con el tema del SIDA, por razones personales, no quise jugar con mi identidad, es algo que deseo más que nada que termine hoy, o mañana, o la próxima semana. Así que realmente admiro a quienes continúan trabajando en el tema del SIDA, pero yo quería cambiar mi campo cognitivo, al menos mi campo de investigación.
Y ahí es donde esta idea, de que la medicina tropical es la génesis o la madre o abuela de la medicina y de las enfermedades infecciosas, me llevó a mirar los propios sistemas coloniales, los sistemas imperiales, para ver el desarrollo de la génesis de la medicina tropical, sigamos entonces adelante. La idea era ver cómo el ejercicio del poder militar colonial imperial atraviesa el lenguaje del ejercicio de la medicina del germen tropical. Y hay algunos pasajes muy largos. No puedo entrar en mucho más detalle sobre eso, ya he tratado algunos en artículos, pero eso me llevó a acercarme a toda una literatura sobre medicina e imperio, y eso hice, sí, ahí estoy con ese mundo de influencia portuguesa, porque me adentré en los archivos coloniales o en el Arquivo Histórico Ultramarino [Archivo Histórico Ultramarino] especialmente en la sección de salud, para tratar de examinar el colonialismo portugués en el siglo XIX y principios del siglo XX, desde este ángulo de las relaciones de poder y salud.
Inicialmente, tenía la ambición de estudiar todas las colonias, ya sabes, Goa, Macao, Mozambique, Angola, Cabo Verde, etc. Y luego me di cuenta de que eso era demasiado ambicioso, así que me quedé en Goa y pasé mucho tiempo trabajando allí, más de lo que había pensado inicialmente, y también reflexionando sobre el contexto en Brasil, porque Brasil, en ese momento de la implementación de la medicina tropical, ya no era colonia de nadie, pero la construcción de la nación es un proceso que es algo colonial, de un grupo de la población sobre otro. La conquista del interior, la subyugación de las poblaciones indígenas, la expansión de una lógica urbana blanca, por así decirlo, es un proceso similar al proceso colonial. Esto me llevó un tiempo para que se estableciera en mi mente, y eso es todo. Así que, ese fue el segundo ciclo. Y no sé, ya he respondido. Pasemos a lo siguiente. Pasemos al proyecto más reciente.
00:17:46 Jean: Gracias, Cristiana. Continuando en este camino, en esta trayectoria tuya, nos gustaría escuchar un poco más sobre uno de tus proyectos más recientes, ‘Color del trabajo: las vidas racializadas de los migrantes’. ¿Cuáles fueron los ejes principales de esta investigación y cómo, de alguna manera, podemos relacionar estos temas con las desigualdades sociales en la salud en la era del Antropoceno?
00:18:20 Cristiana: Gracias, Jean. Esto surgió en continuidad y oposición a lo que había sido mi ciclo anterior. Por un lado, la continuidad de seguir explorando estos nexos de imperio, subyugación, etc., que había visto en el estudio del siglo diecinueve, en oposición, precisamente, a alejarme de esa esfera más lusófona y del colonialismo portugués y mirar otros aspectos. Hay un momento en el que también esto es transformador, que es un episodio relacionado con el sur de Angola, una especie de colonización extraña llevada a cabo a finales del siglo diecinueve, que no tiene mucho sentido con el resto del propósito colonial. Y cuando examiné este fenómeno más de cerca, comencé a llamarlo ingeniería social, porque concernía a desviar flujos migratorios que estaban saliendo del país, desviando estos flujos hacia lugares que el gobierno portugués quería ocupar en África. ¿Y cuáles eran estos lugares a los que la gente iba que no están bien reconocidos en la historia normal, ni en la de Portugal ni en la historia internacional? Era Hawái.
El barco [ininteligible 19’45”] de los madeirenses que fueron al sur de Angola, posiblemente, desvió literalmente a personas que habían planeado ir a Hawái. Y explicaré por qué era Hawái, y también era Guyana, Guayana Británica o Demerara, pero conocida como Demerara, aunque Demerara es solo eso. ¿Y qué iba a hacer la gente en estos lugares? La gente iba como trabajadores atados en servidumbre, similar a los trabajadores contratados de la India para las plantaciones de azúcar, de Trinidad, de Guyana también, y de Mauricio. Y eran la forma en que la economía de plantaciones continuaba como una fuente de mano de obra después de la abolición de la esclavitud.
En algunos lugares esto puede verse cronológicamente como un ciclo de “importación” de africanos esclavizados, que termina y es reemplazado por un ciclo de, no se puede decir esclavizados, pero de trabajadores contratados, vinculados, provenientes de la India. Este es el caso de Guyana, Surinam, Mauricio. Esto está muy claro. O en el caso de Fiji, también hay una gran cantidad de trabajadores indios contratados. Pero hubo un tiempo en que el Imperio Inglés los utilizaba. Había trabajadores de Madeira que estaban en ruta entre Inglaterra y Demerara. La isla de Madeira está en el camino. Era un objetivo fácil y la gente en Madeira en el siglo diecinueve, a mediados del siglo diecinueve, vivía en condiciones terribles, en el fondo de la sociedad, y en una sociedad piramidal. Es, en sí misma, una especie de plantación
avant la lettre. Es una especie de sociedad feudal extendida en el tiempo en una pirámide, con un número muy pequeño de personas en la cima y un número muy grande de personas en una base muy precaria, muy vulnerable. Por lo tanto, estas personas eran fácilmente reclutadas, si no casi secuestradas, para ir a las plantaciones de caña de azúcar, a los campos de azúcar, donde ya no se reclutaban esclavos africanos, así que iban junto con africanos libres y más tarde con indios contratados también. Así que esta fue una parte de la historia vinculada a los flujos migratorios portugueses que desconocía por completo.
En ese momento, pregunté a historiadores colegas: “Pero ¿qué es esto?” “¿Qué es esto? ¿No?” – había un entendimiento vago de que había una comunidad portuguesa en Hawái. Pero no sabían mucho más. Así que ese fue el primer impulso. Tomó mucho tiempo pensarlo. El primer impulso fue intentar ver cuáles eran aquellos flujos. Luego, sí, había, por así decirlo, un nexo portugués. Y eso me llevó a profundizar en la literatura sobre plantaciones en su totalidad y ver los procesos de racialización que son una dinámica de la propia plantación, más allá de lo que era la racialización central, creando la categoría de negro basada en la diversidad de los africanos que aún estaban esclavizados. Así que, el argumento es que la plantación es una máquina para producir racialización. Produce esta categoría de negro con el gran comercio de esclavos en el Atlántico. Pero la máquina continúa produciendo incluso después de la abolición de la esclavitud o incluso cuando no existía, como en Hawái. Quiero decir, había esclavitud doméstica, pero eso no es lo mismo que la esclavitud masiva de las plantaciones a través del Atlántico.
00:23:39 Ivana: Gracias, Cristiana. El siguiente punto que me gustaría tocar está muy relacionado con lo que dijiste al final sobre esta relación productiva, si podemos decirlo así, sobre la plantación. Claramente, “productiva” es una palabra más positiva, pero en tu proyecto actual, que es vasto y extremadamente interesante, ¿tras de esta noción o esta perspectiva de que las plantas transforman y crean sociedades humanas, contribuyendo a diferentes formas de jerarquización y racialización? Me gustaría que nos contaras un poco más sobre tu noción de plantas que producen personas y la relación de esta noción con el colonialismo, con el capitalismo, a partir de tus estudios.
00:24:33 Cristiana: Está bien. Gracias por la pregunta. Así que, esta idea de que las plantas producen personas no fue un punto de partida, fue un efecto del análisis a lo largo del proyecto. Y yo pienso que también es un efecto de expandir el marco de análisis de un cuadro antropocéntrico que está muy centrado en la agencia humana y tras ser la propia dinámica, la “agencia”, y podríamos decir, de otros elementos no humanos. Así que fue un experimento cognitivo que hice a partir de lo que analicé en las sociedades de las plantaciones. Y si miramos lo que es la caña de azúcar, el agente transformador de sociedades, esto no significa que las plantas por sí solas transformen sociedades. Obviamente no.
Pero si observamos la trayectoria de la caña de azúcar, cómo se convirtió en un objeto de deseo, de anhelo, de probar, por un lado, y del deseo de crear ganancias fáciles, multiplicarse en ganancia y acumulación de capital por otro, como bien muestra Sidney Mintz,
[6] como lo muestra Eric Wolf, como lo muestra Eric Williams, etc. Lo que nos muestra cómo, de hecho, el capitalismo y la revolución industrial comenzaron allí, con el azúcar. Así que podemos hacer un argumento completo mostrando cómo la caña de azúcar viajó por el mundo, creando dinámicas sociales y económicas. Por supuesto, la interacción con los humanos, con los deseos, con la volición y con los propósitos.
Y a partir de dado momento, esa interrelación entre producción, tierra, planta y capital “generó” una dinámica de extracción de fuerza laboral, que es una de las cosas más brutales en la faz de la tierra, que fue la esclavitud a través del Atlántico. Y que en este proceso creó diferencias sociales que se codificaron como naturales. Se crea la raza. Si no había designaciones para diferencias raciales antes, ¡ahora las había! No es que no hubiera incluso formas, como dije hace un momento, de servidumbre doméstica, esclavitud por guerra, etc. Todo eso existía.
Pero el proceso de plantación, cuyo epítome es la plantación de azúcar, que es un capital rápido y poderoso que requiere un tipo de fuerza laboral inmediata, es necesario procesar la caña de azúcar de inmediato para transformarla, luego puede generar mucho dinero, más dinero que en el ciclo anterior del imperio. Eran las especias que se cosechaban, no se cultivaban de esa manera, se traficaban al principio de una forma más, digamos, humanizada.
Con la plantación de azúcar, tenemos una transformación social con marcas que permanecen hasta el día de hoy, que es la creación de una categoría racial, de trabajo esclavo. Y asociado a un color negro o a una raza negra. Esto es algo que, aunque pueda tener orígenes previos, la plantación alcanzó un nivel ontológico, por así decirlo, basado en la plantación, que tiene consecuencias hasta el día de hoy – un racialismo jerárquico según el color que se codificó en las ciencias racialistas del siglo XVIII y en adelante, que ha dejado marcas hasta el día de hoy. Hasta hoy, tenemos muchas personas en el mundo pensando en jerarquías asociadas con las coloraciones. Y no es suficiente combatir el racismo demostrando que genéticamente esta categorización de razas humanas no tiene validez. Lo sabemos.
La ciencia lo ha sabido durante mucho tiempo, pero no es suficiente con negar el racismo. Así que yo pienso que observar la manera en que esta dinámica de producción de azúcar creó categorías de personas y, por lo tanto, en última instancia, las plantas produjeron categorías de personas, como, por ejemplo, mano de obra, como esclavos y luego como raza, nos ayuda a entender la complejidad. ¿Y cómo? Como un collage de jerarquía y funciones, coloraciones que permanecen y que es quizás uno de los componentes más serios del racismo que continúa hasta el día de hoy.
00:29:43 Ivana: Gracias, Cristiana.
00:29:44 Jean: Cristiana, en el proyecto Desigualdades Corporeizadas del Antropoceno, adoptamos una perspectiva de antropología médica crítica. Esta es una perspectiva que percibimos también en tu trabajo. Pero mucho más que eso, aportas un componente fuerte de relación entre etnografía e historia para analizar los procesos que moldearon una cierta biopolítica colonialista de las prácticas de salud, sus conexiones y desconexiones entre lógicas globales y locales. Nos gustaría escuchar un poco más de ti, sobre cómo este pasado colonial en las prácticas de salud que has percibido en tu trabajo, ¿de acuerdo? Ha moldeado algunas de las experiencias sobre cómo hoy trabajamos con epidemias, y con otros procesos de salud y enfermedad en la actualidad. Si pudieras darnos ejemplos de tu investigación en Brasil, pero también de otros países, sería genial para nuestros oyentes del proyecto Desigualdades Corporeizadas del Antropoceno.
00:30:57 Cristiana: Gracias Jean. Bueno, creo que eso es lo que me llamó la atención porque no estoy trabajando directamente con epidemias en este momento, aunque debido a la invitación, tuve que reflexionar un poco y pensar. Así que, puede que no esté completamente al día con lo que se está haciendo en salud global. Aun así, lo vamos a intentar porque le estoy prestando algo de atención a esto. Y creo que, lo que tenemos hoy, en los escenarios de la década de 2020, no es lo que teníamos en los escenarios de la década de 1980, cuando estalló la epidemia de SIDA. Y en parte, lo que nos diferencia hoy en día también se debe a gran parte de lo que se hizo sobre la epidemia de SIDA.
La noción de salud global, más que de salud internacional, fue un efecto de ese momento. No diré que fueron los agentes del SIDA quienes crearon la idea de salud global, pero esta idea de tener múltiples voces, múltiples socios, de escuchar a las ONG. Ahora, no mencioné esto, pero también estudié la sífilis a principios del siglo XX, en Lisboa y en Europa, etc., y supervisé algunas tesis, en fin, sobre el tema de lo que representaba el poder, el empoderamiento personal, el empoderamiento de los portadores de sífilis a principios del siglo XX, o lo que eran las personas con SIDA a finales del siglo XX, eso era algo muy diferente. Lo teníamos, pero no estoy diciendo que fuera así para todos; se creó una necesidad de tener en cuenta la voz de los afectados.
La agenda personal y colectiva de las poblaciones en riesgo es un esfuerzo, al menos para tener, un alto en el Norte-Sur, llamémoslo multi-nuclear, etc., etc. Esto ha cambiado y creo que lo que tenemos en el siglo XX no es una copia del escenario imperial que teníamos a finales del siglo XX, que fue, quiero decir, nótese que cuando comencé a estudiar y a mirar datos internacionales antes del Internet, venían con hojas de papel y gráficos, etc. El mapa de África parecía cortar lo que eran países independientes, con décadas de independencia, pero la incidencia del SIDA parecía cruzar lo que había sido el mapa colonial, porque los tipos de ayuda llegaban directamente al Congo desde Bélgica, a Angola desde Portugal, y así sucesivamente. Este fue el escenario a finales del siglo XX.
Creo que hoy vivimos en un mundo diferente. Creo que tuvimos personas involucradas con el SIDA, como Paul Farmer y todos sus colegas en salud global y muchos más de Ginebra, Cambridge, Massachusetts, de Sudáfrica, etc. Desde Brasil, de varios lugares en Brasil, para transformar el escenario de salud global. Por lo tanto, creo que tenemos una conciencia diferente y una capacidad diferente también. Dicho esto, no quiere decir que estemos en el lado opuesto de lo que era el mundo del Imperio.
Muchas de estas desigualdades continúan siendo un efecto prolongado de las desigualdades creadas bajo ese régimen, y creo que es aún más importante hablar sobre el régimen de plantaciones que sobre los imperios, porque los imperios fueron muchas cosas diferentes y en algunos lugares no necesariamente crearon desigualdades, en otros hay un choque de diferencias, diferencias de culturas, diferencias de acceso, etc. Por lo tanto, yo sería más cautelosa al observar algo como una continuación unívoca del régimen imperial de desigualdades coloniales hasta el día de hoy. Aunque gran parte de lo que tenemos es el efecto de ese momento de desigualdad.
00:35:17 Ivana: Muchas gracias, Cristiana. Nos contaste sobre tu trabajo, proyectos, reflexiones y desarrollos de estos trabajos. Gracias por contarnos más sobre estos temas, estos puntos de vista y estas complejidades que aparecen en tu investigación. Son extremadamente importantes para la antropología en general, pero principalmente para esta antropología crítica, la antropología médica crítica que estamos desarrollando, como mencionó Jean antes, y muy cercana a tu perspectiva, que es histórica, y que también es local y también es etnográfica. ¿Te gustaría hablar sobre nuevos proyectos, desarrollos de estos proyectos o inversiones futuras?
00:36:10 Cristiana: Gracias. Me gustaría agregar algo que no elaboré en la pregunta anterior, que es la apertura a aquellos que no solían ser las voces de mando o de toma de decisiones políticas sobre la salud, e involucrar a las poblaciones más vulnerables, involucrar a las minorías, involucrar a las personas afectadas. No significa que haya resuelto los problemas del mundo, pero al menos creó una conciencia global, una dinámica, que ya no se puede ignorar. Pero esta dinámica no se detuvo allí. Creo que hoy, en la década de 2020, tenemos una apertura del horizonte analítico y de una acción que es multi-especie, que va más allá del enfoque antropocéntrico que teníamos hasta ahora en el análisis de la antropología. Entonces, ¿qué hemos aprendido de esta lucha compleja? Mire, no podemos centrarnos solo en los humanos. Los humanos hacen muchas cosas, mucho más entre ellos, no es, no es necesariamente el humano oprimido quien salvará a los demás porque pueden o no pueden. También pueden ser un opresor. Y, desafortunadamente, la especie humana no siempre contiene todas las raíces del remedio para los males que causa.
Así que, hoy en día ya no es extraordinario, es algo que los antropólogos dijeron hace unas décadas, pero parecía que estaban en su propio pequeño mundo solo escuchando lo que las poblaciones indígenas están diciendo, escuchar a los ríos, escuchar a las especies, escuchar a los animales, escuchar al leopardo, escuchar a la serpiente, escuchar al árbol, escuchar al árbol de seda-algodón, escuchar a la montaña y escuchar lo que estos seres también están diciendo sobre el estado de la salud planetaria. Hoy, la salud planetaria no es solo la salud humana, y quien no tenga esto en cuenta, ¿quién lo está creando? Crear una medicina para algo que envenena un río que luego generará más patologías lo está haciendo mal. Por lo tanto, creo que hoy hay más conciencia de esto. ¿Seremos, junto con la humanidad y otras especies, capaces de contener esta catástrofe que está en curso con el cambio climático? No sé cómo responder a eso, ni tampoco lo sabe nadie más. No todo está perdido. Tenemos escenarios de una apocalipsis global, lenta o rápida, y tenemos escenarios de redención, digamos, mitigación de lo que nos espera. Y hoy, estos escenarios deben involucrar escuchar a estas especies.
Entonces, volviendo a tu pregunta, que es cuáles son los proyectos futuros. Estoy casi al final del proyecto ‘Color del Trabajo’, que fue un proyecto que comenzó antropocéntricamente, comenzó con una cuadrícula humana mirando cómo la infraestructura de la economía de plantación produce una superestructura social, cultural y cognitiva que representan a las racializaciones, y comenzó a incluir especies también, a saber, las plantas. Otros trabajan con animales, yo trabajo más con plantas. Y esto creó esta dinámica de plantas-personas, plantas-pessoas, que exploré en algunos artículos que solo se publicaron ahora en 2024. Uno aún está por publicarse. Comencé a pensar en estas líneas en una reunión que fue la última antes de la pandemia.
Fue en diciembre de 2019, en Chennai. Se llamó la República de las Plantas y eso me transformó un poco. Fue la última conferencia así, en vivo, en la época de la inocencia, por así decirlo, la inocencia previa al COVID. Y a partir de ahí comencé a desarrollar esta idea de cómo el azúcar crea dinámicas sociales, y luego lo exploré más pero con varios lados, así que hay un artículo que salió en el Journal of Ethnobiology, que es un número especial que edité junto con otros colegas, con Andrew Flachs, Deborah Heath y Sita Venkateswar. Mi artículo también muestra relaciones que se centran en rescatar la relación persona-planta, que no son, digamos, sobre maldiciones y mal karma, sufrimiento, opresión y estrangulación, sino sobre de afecto, memoria, identificación. Incluso si provienen de un lugar de dolor, pueden ser un lugar de identificación personal, crecimiento, felicidad, deseo, etc., etc.
Así que, en este momento no estoy segura de dónde me llevará esto, pero estoy pensándolo. Recientemente asistí a un simposio en Venecia, organizado por mi colega Tamar Blickstein, que se llamó ‘Vida después de la plantación y ecologías de la pérdida’, lo que ahora nos dará algún tiempo, momentos de reflexión crítica para los próximos meses cuando estemos editando un número especial. Y eso es todo, tengo más, pero si no me detengo, nunca dejaré de hablar. Es mejor despedirme ahora. Fue un placer estar con ustedes y les deseo un gran trabajo en el pódcast y en el proyecto.
00:41:21 Ivana: ¡Muchas gracias, Cristiana! Es un placer, como dije, hablar contigo, escucharte y, finalmente, estamos muy agradecidos. Muchas gracias.
00:41:32 Jean: Muchas gracias de verdad. Gracias por hablar con nosotros este sábado.
00:41:37 Cristiana: Gracias, que tengas un buen sábado. Que tengas un buen domingo, que tengan una buena semana los oyentes.
00:41:45 Ivana: Este episodio fue grabado virtualmente entre Brasil y Portugal. Jean Segata e Ivana Teixeira escribieron el guion y llevaron a cabo la entrevista. Ivana Teixeira prestó su voz para los jingles y gestionó la producción general, y Juan Mayorga se encargó de la edición de audio y la postproducción. Este pódcast es una colaboración internacional entre University College London en el Reino Unido, la Universidade Federal do Rio Grande do Sul en Porto Alegre, Brasil, y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social en Oaxaca, México.
[1] La Fundación Oswaldo Cruz, o Fiocruz, es la institución más destacada de ciencia y tecnología en salud de América Latina.
[2] Here Prof. Bastos mentions the Fundão campus of the
Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) [Federal University of Rio de Janeiro].
[3] The Antônio Pedro University Hospital in Niterói, RJ.
[4] ABIA is the
Associação Brasileira Interdisciplinar de AIDS – Observatório Nacional de Políticas de AIDS [Brazilian Interdisciplinary AIDS Association – National Observatory on AIDS Policies].
[5] GAPA,
Grupo de Apoio a Prevenção da Aids [AIDS Prevention Support Group] is an AIDS support and prevention network that operates at the state and municipal levels.
[6] Mintz, S. 1985
Sweetness and Power: The Place of Sugar in Modern History. London: Penguin.